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LA FIESTA 27

Publicado: 2016-08-01


Las fiestas por mi cumpleaños son inolvidables. Veo rostros que no veo todo el año, ocurren historias que se comentan  varios años después de sucedidas y acuden personajes que muy rara vez vuelvo a ver. El cumple 27 tenía un ambiente  cargado de alcohol, marihuana, buena música y harta risa, pero todo eso era más de lo mismo hasta que apareció Rubí como a las 3am.

Había tenido encuentros casuales con ella. Los últimos meses nos habíamos distanciado. Nuestra relación era esporádica y libre. La veía pocas veces y el resultado siempre  era el mismo, solo que ahora el tiempo se había encargado de enfriar las cosas y distanciarnos hasta el punto de que "lo esporádico" sea la gran cualidad entre los dos.

Apareció a eso de las 3am. Yo estaba de la manera como el trago te pone a esa hora: sin ataduras. La saludé efusivamente y luego se perdió en medio de la fiesta. Con un vaso de ron en la mano, la buscaba con la mirada. Vi que se metía a la cocina y fui de inmediato hacía allá. Abrí la puerta y la encontré parada, mirando los estantes, como buscando algo.

Rubi: Hola Sebas.

Sebastián: Qué haces por acá? El trago está afuera .

Rubi: Me muero de sed ¿Tendrás agua?

Sebastián: Sí claro .

Le serví un vaso de agua mientras la miraba con ese deseo que uno acumula con cada mililitro de alcohol que procesa en su organismo.

Rubí: ¿Qué miras tanto?

Sebastián: A ti

Rubi: Tonto..

Sebastián (deja el vaso sobre la mesa y se le acerca): No me crees? Todo esta huevada ya me estaba aburriendo y plum, llegaste. Me parece de puta madre que hayas podido venir.

Rubí: Te dije que iba a venir a tu cumple. Tarde...... pero igual vine.

Sebastián: Te lo puedo agradecer?

Rubí: ¿Ya no lo hiciste?

De golpe me acerco a donde ella y le estampo un beso. A los 10 segundos me aparta y me queda mirando.

Sebastian: ¿Qué fue?

Rubï: Estás loco, alguien puede entrar!

Sebastián: Quién va a entrar a mi cocina?

Rubi: No sé, alguno de tus amigos...

Sebastián: La fiesta es afuera, nadie va a entrar.

Esa frase como que tranquilizó el ambiente. Ambos nos acercamos y gestamos un beso que se prolongó un buen rato. Apreté su cintura contra la mía, mientras sentía sus piernas moverse a un ritmo que contagiaba mi deseo, hasta que en medio de esa locura, mi oído detectó a tiempo un avance. Nos alejamos y entró Edgard a la cocina, buscando hielo. La tomé de la mano y nos fuimos al garaje, lo que a la postre sería una mala idea.

Continuamos la escena de la cocina, hasta que toda la fiesta se enteró de lo que hacíamos. Se armó un griterío en la sala que toda la cuadra se enteró. En ese momento no nos importó nada, hasta que la casa quedó a oscuras. Era la señal de que a alguien le llegó al pincho todo y decidió terminar con la fiesta, cuando recién había empezado para mí.

Rubí se apartó de mi lado y la perdí entre la oscuridad y la desazón de la gente. Salí a la calle esperando hallarla y el frío aire fulminó mi cerebro, haciendo que los recuerdos se congelen y se borre mi consciencia. No solo se había apagado la luz en mi casa, también la poca luz que quedaba en mi cabeza.


Escrito por

Omar Cáceres

No me considero crítico, solo escribo lo que me deja una película. No suelo ser técnico, utilizo el lenguaje que cualquiera usaría.


Publicado en

RELATOS EXAGERADOS

La vida me ha hecho vivir cada historia que se convierten en divertidas y/o terroríficas anécdotas que se prestan para la exageración.